domingo, 16 de mayo de 2010

El hilo de la cometa

   Hace tiempo que he perdido el hilo de la cometa. Ya sé que es una forma de hablar. Es la que me ayuda a explicar que estoy descolgado; vamos, en vía muerta. Parece mentira como te puede cambiar la vida. Esto no es vivir. Lo sé. Estoy condenado. Pero no quiero resignarme. Que sea lo que Dios quiera. Necesito algún indicio, una señal de que esto va a cambiar. Entretanto los amigos me dicen, sin rubor.
- ¡Como has envejecido!
- Sois unos malditos cabrones- les respondo desabrido.


Van y se ríen. Ignoran que cuando me lo dicen pierdo pie como si pisara arenas movedizas.
         Me siento como un avión con el motor incendiado y ya no levanto cabeza en lo que queda del día.
     Ya somos demasiados los que estamos contra las cuerdas, esperando con ansiedad el toque de la campana.
- ¡Cállate! No seas aguafiestas – me gritan mis compañeros.
   Nunca lo hubiera pensado de ellos.