miércoles, 8 de diciembre de 2010

Piezas abatidas

   La primera regla que no debe olvidarse para cazar a alguien es (primero y antes que nada) manchar su expediente: calumnia que algo queda. Luego, una vez que está convenientemente manchado,  a él (o al colectivo) corresponde demostrar su inocencia, ingenuidad o tal vez buena intención pese el caos provocado.

   El mundo trata de asimilar el caos que le ha provocado una masiva indigestión de exclusivas (para algunos cotilleos de salón) de wikileaks y España, además, suma a esta indigestión la provocada por los controladores aéreos (condenados, juzgados y linchados en la RED).

   Julian Assange y los controladores son hoy piezas abatidas. Estaban marcados y sólo había que cazarlos sin remisión. Al primero se le manchó con un presunto delito sexual (que va de la violación a no usar preservativo- aquí la prensa roza el ridículo al no ponerse de acuerdo); a los controladores se les tiznó con sus soberbios sueldos (un CR9 gana diez veces más y no es responsable de vidas humanas) y se les echó a los leones.  Ahora el colectivo pide disculpas tras el daño causado. Un daño ya irreparable para los que lo han sufrido en carne propia (enfermos, niños...) y que -ironías de la vida- el Gobierno trata ahora de minusvalorar: no fue tanto el causado al turismo, a la imagen de España...
   Piezas abatidas al fin, pero que seguirán dando mucho que hablar. Y que demuestran una vez más que el mundo es un pequeño patio de vecinos.