viernes, 28 de octubre de 2011

Pacto de Estado para Recuperar Empleo

   En España volvemos a rasgarnos las vestiduras con el aumento del número de desempleados (personas sin trabajo y con pocas posibilidades de encontrar uno). Pero la crítica y exhibir los 4.978.300 personas  sin empleo no sirve de nada. 

   Hay que ser constructivos de una vez por todas.Y eso pasa por un Pacto de Estado para Recuperar Empleo y la creación de un Comité de Expertos que incentiven recursos y herramientas para devolver primero a este país la Confianza y luego el Empleo. No hay otra. Lo demás es darle vueltas al molino.
   Vale la pena recordar para los políticos de memoria frágil que sólo miran sus intereses a la caza del voto:

     El paro prolongado reduce la esperanza de vida hasta en un año y medio.
 (Una de las conclusiones del informe elaborado por el FMI y la OIT para la Conferencia sobre Empleo y Crecimiento celebrada en Oslo). La Vanguardia 13/09/2010
   A finales de diciembre de 2009 El País elegía al parado, personaje del año. Desde hace unos años los ciudadanos precarios, son carne de cañón de los medios de comunicación. Sus lamentos y peticiones de auxilio han tenido un eco medido y controlado. Pero de los ciudadanos muertos a causa del paro poco se sabe. Y los hay: unos se han suicidado calladamente, en el propio hogar o en un lugar apartado; otros se han convertido en teas incendiarias clamando justicia. Enseguida se les buscan antecedentes mentales para justificar el abrupto adiós. ¿Están locos todos los enamorados que se suicidan? ¿Todos los enfermos terminales? ¿Todos los ofendidos? ¿Por qué los enajenados saltan de las azoteas?
   Otros parados han muerto de tristeza (la depresión es la gran plaga del Siglo XXI y va en aumento) y a otros se les ha escapado la vida en la orilla de la playa (al volcar la patera), ante los ojos sorprendidos o indiferentes de otros ciudadanos.
   La noticia de que una joven británica de veintiún años, Vicky Harrison, se quitó la vida por ser rechazada una y otra vez en multitud de ofertas de trabajo (hasta 20 negativas recibió en un día) pasó fugazmente por los medios de comunicación. Algo inaudito si se considera de que en los jóvenes europeos, uno de sectores más golpeados por la crisis, la principal causa de muerte es el suicidio. La imposibilidad de encontrar trabajo, incluso en los empleos menos cualificados, es un golpe a la autoestima que no es fácil de encajar. Por muy tenaz que uno sea en la búsqueda de un empleo, no es fácil permanecer impasible al rechazo continuado. Hay que educar a las nuevas generaciones a encajar los fracasos y a saber que no lo tendrán tan fácil como la anterior.



domingo, 23 de octubre de 2011

100 años y os saco ventaja

   Tengo 100 años y la mente más despierta que uno de 18, que como lo sé, no resulta difícil de explicar, incluso a veces doy caminatas que ni un chaval daría.
    ¿Cuál es el secreto? Amo la vida podría ser una respuesta fácil, pero hay algo más. Siento que algo tira de mi constantemente para que me mantenga a flote, no me deja ratos para pensamientos obsesivos y eso me ayuda. De no ser porque aviva mi interior ya me habría desmoronado cuando contaba 17 años.
    No oculto que soy un vencedor y eso me da longevidad. Estoy muy sano por ganar todas las partidas que la vida me ha deparado. Si fuera un perdedor seguramente estaría lleno de achaques. Dicen que de los errores también se aprende pero nunca me he equivocado y eso me da la seguridad de la que presumo. ¡Mira que viejo más marchoso!, escucho decir a unos maleducados al pasar embutido en mi chándal y con mi turbante en la frente. Ya quisieran ellos a mi edad. Lástima que no pueda esperarlos a que cumplan años. Me gustaría verlos desde el más allá y darme una panzada a reír.
    Me pueden encontrar caminando con paso ligero, casi al trote, por la ciudad. Al menos durante un par de horas en las que no niego que a ratos resoplo y jadeo. La mente incansable observa a través de mis ojos pero sobre todo recuerda. No son recuerdos a vuela pluma los que me vienen. A veces resultan tan espesos que los desecho como la peste. Yo ya no tengo edad para plantearme el por qué de la existencia, aunque siga siendo curioso por naturaleza. Para algo estamos aquí, digo yo. No creo que hayamos venido para convertirnos en polvo y se acabó. O tal vez sí. Que más me da. Muchos han reflexionado sobre algo tan trascendente y ahora están bajo tierra sin haber encontrado la respuesta. Yo sigo corriendo...mientras me quede aliento.
   No crean que este de la foto (que soy quien les habla) es un montaje. Abajo tienen la prueba:

martes, 18 de octubre de 2011

10 Razones emocionales (con permiso del 15-M)


   En este país en cuanto un gurú dice lo que todos sabemos: “El 15-M es emocional, le falta pensamiento” nos toman por tontos.

 

El padre de la ‘modernidad líquida’ Zygmunt Bauman- antes de leerlo vigile los efectos secundarios- advierte del peligro de que la indignación termine evaporándose. A este filósofo le han dado un altavoz y no cabe en sus zapatos. Su argumentario se ha vuelto más líquido que las ideas –digo ideas- del colectivo hermanado en torno al 15-M.

   Con permiso del 15-M, en cuya última manifestación el 15-O me sentí orgulloso de participar en Madrid, voy a enumerar 10 Razones emocionales sobre la necesidad de su existencia que se evaporarán (eso querría Bauman) tan pronto las hayan leído.

-          1 La ira necesitaba encontrar una salida no violenta.
-          2 Este movimiento ‘espontáneo’ es un carril pacífico para expresar el descontento.
-         3 15-M ha evitado el estallido pregonado a los cuatro vientos por intelectuales, analistas y periodistas  (véase dos link de abajo)
-          4 15-M ha despertado a los ciudadanos con conciencia.
-          5 15-M es pragmático: stop desahucios, acojona a los banqueros…
-          6 15-M no busca suplantar el Poder, el 15-M es el sentimiento ciudadano en estado puro.
-          7 15-M quita las malas hierbas y siembra un futuro mejor que el heredado.
-          8 El 15-M, Mr.Bauman, construye mensajes positivos y acciones positivas.
-          9 El 15-M, Mr.Bauman, sólo destruye la rapiña y sus cómplices.
-     10 El 15-M, Mr.Bauman, ha devuelto la esperanza a mucha gente en estado terminal (algunos con pensamientos recurrentes en el suicidio).
    Por supuesto hay muchas más razones para su existencia. El 15-M, Mr.Bauman, no es un laboratorio para que usted haga juegos malabares con su triste argumentario. Si las razones fueran sólidas otro gallo cantaría: los adoquines volarían de las aceras y…Ya lo advertimos en:
   Este es el altavoz de Mr. Bauman:


domingo, 16 de octubre de 2011

Por favor, no frivolicéis con el hambre ajena

   Informes como el reciente de Unicef sobre los hijos de inmigrantes que pasan hambre en España -cuestionados en grado sumo por su falta de datos científicos- son el 'caldo de cultivo' para que los de la caverna alienten la demagogia. El titular no tiene que ver con el contenido:
 http://www.abc.es/20111014/sociedad/abci-unicef-alerta-hijos-inmigrantes-201110141847.html
   Tampoco me ha gustado la afirmación de que

El 25% de niños españoles sufre malnutrición por no poder comer carne y pescado

mientras los inflan a chuches por falta de cultura alimentaria, no de recursos:
http://www.larazon.es/noticia/5426-el-25-de-ninos-espanoles-sufre-malnutricion-por-no-poder-comer-carne-y-pescado

   Prefiero historias tan reales y estremecedoras como esta carta, publicada hace ya año y medio en el desierto multimedia:


Mis vecinos pasan hambre porque no tienen trabajo'
rantxa Bernaldo Durán Sant Pere de Vilamajor 6/2/2010 Edición Impresa LOS EFECTOS DE LA CRISIS EN LOS HOGARES |UNA OLA DE SOLIDARIDAD EL PERIODICO
   Esta es la historia de Manel, Rosa y su hija de 4 años, pero podría ser la historia de miles de familias, incluida la mía. Tengo 32 años, y desde hace un tiempo mi familia ha aumentado. Manel y Rosa están los dos en el paro y son vecinos míos. Conozco sus ganas de trabajar y su frustración al no encontrar un empleo, y sé que pasan mucha vergüenza al pedirme comida; no pueden comprar ni un cartón de leche para darle a la niña. Sé que lo pasan muy mal, y también sé que a mí no me gusta que la hija de mis vecinos pase hambre y frío, sobre todo si pienso que estamos en un país considerado del primer mundo en el que, entre otras cosas, esperamos a que lleguen las rebajas para ir a comprar ropa; a veces, solo porque está más barata, no porque la necesitemos. Manel y Rosa solo quieren un empleo para poder comer y dejar de pasar los apuros de ver cómo en el colegio de su hija les dan las sobras del comedor para la cena de la niña.
   ¿Necesitamos comprar esa prenda que no nos hace falta, o aquel perfume tan caro, cuando nuestros vecinos pasan hambre? Yo no lo necesito, desde luego, y por eso, cuando voy al supermercado, intento comprar algo para esa familia; no podría dormir tranquila pensando en si la niña habrá comido algo o no, en si tal oenegé les habrá dado algo o no. Soy consciente de que mucha gente se encuentra en la misma situación, pero a mí me preocupan Manel, Rosa y su pequeña. Lanzo un llamamiento de solidaridad a quienes conozcan situaciones como esta. El que echa una mano a los demás se siente luego más contento, sobre todo al ver la mirada de agradecimiento de los que reciben la ayuda. No se puede permitir que alguien que vive a tu lado pase hambre. 
   Un testimonio real. En algún medio leí hace tiempo que, en algunas casas. los niños toman una comida al día: NO A LA DEMAGOGIA. Es la puerta abierta al populismo.
Hay un dato incontestable: El hambre se erradicaría con el 1% de lo aportado para salvar a la banca


viernes, 14 de octubre de 2011

La antesala de la felicidad


   ¿Tiene el parado derecho a la felicidad? ¿Cómo se puede ser feliz cuando la vida te da la espalda? Resulta cuándo menos sospechoso, ¿verdad? La sola invocación de la existencia de la felicidad puede herir a aquellos que no la tienen. La satisfacción que exhiben los triunfadores, duele a los fracasados. Sin embargo, todos hemos experimentado como en horas bajas se agradece estar cerca de alguien que transmita alegría, optimismo, ganas de vivir.
   La alegría de vivir sorprende encontrarla en los suburbios africanos, en las favelas de Brasil, en los centenares de niños que recogen objetos usados entre las montañas de basura, pero la tenemos también en España. “El otro día conocí a un taxista de Cádiz tremendamente optimista. Allí tienen la tasa más alta de paro, pero son los más felices de España. Todos lo hemos pasado mal. Aunque no te lo creas, yo también he sufrido la crisis”, confiesa el actor Gabino Diego.
   El parado puede elegir entre ser activo y feliz o pasivo e infeliz. “Ser infeliz es fácil, lo difícil es tener la suficiente inteligencia y valor para ser feliz”, confiesa Pablo Motos, el popular presentador de ‘El hormiguero’. En España contamos más de cuatro millones de razones para ir en busca de la felicidad. Si estás en paro y te muestras positivo ayudarás a tu familia, en primer lugar; a tus amigos, después, y crearás un ambiente agradable a tu alrededor.
   Pero el ansia de ser feliz choca con muchos obstáculos que hay que superar. ¿Cómo desear feliz año a quien no va a tenerlo?, se interrogaba el escritor Marcos Giralt cuando un cáncer devoraba a su padre. “Mientras su mirada no se relaja, la mía se evade un instante al inclinarme hacia él, y a continuación choco mi copa con la suya, le deseo feliz año y le doy un beso tratando de sonreír…”. Ahí está la clave en la sonrisa y el buen ánimo que reconforta al que padece. El parado nunca debe renunciar al anhelo de ser feliz, ni perder la esperanza de regresar al ‘paraíso’ en la tierra.

martes, 11 de octubre de 2011

El contador de la muerte


   Muchos ciudadanos que viven en la opulencia y también muchos que viven en la precariedad desconocen que existe, funcionando día y noche, un contador de la muerte. ¿Tétrico, verdad? Se trata de un contador especial. Veréis no contabiliza cualquier muerto. ¡Que va! Este solo lleva una cuenta detallada de los sin techo (personas sin hogar) que mueren cada año en una ciudad de España. Mientras escribo este relato son 34 los muertos. ¿Y las causas? tal vez os preguntéis de seguir leyendo esta breve historia, nada agradable por cierto. La relación de los fallecidos es tal como la transcribo: diez murieron por causas naturales, seis por agresión física, tres por caídas, dos por aplastamiento, dos por otra causa (no se dice el motivo), uno por accidente fortuito, nueve N/S, no se sabe y el último (del pasado uno de septiembre), inmolado a lo bonzo. Así de fría es la estadística.

    Los sin techo tienen una esperanza de vida menor que la del común de los mortales y ellos lo saben. Cada amanecer los que se despiertan sienten que llega un día más para jugar a la ruleta rusa: con las drogas, el alcohol, la esquizofrenia, la depresión tan profunda que los mantiene alelados y con otras balas, tanto o más peligrosas, que lleva esa pistola imaginaria que mata de verdad. Esas otras balas llegan del otro lado de la calle: de los chavales de buena familia que se divierten prendiendo fuego a un indigente en un cajero, o de los fanáticos que consideran que su misión, ejemplar y heroica, es limpiar la calle de despojos, suprimir la escoria que daña y oscurece la felicidad de los bienpensantes.
    En algunos casos los sin techo llevan dentro el virus de la ‘autodestrucción’ (si es que tal virus existe). Puedo dar fe, por desgracia, de que uno de los indigentes de esta fatídica lista de los 34, desoyó el consejo de los médicos de que dejara el alcohol e hizo oídos sordos a los repetidos avisos de los mendigos que compartían su vida miserable. Y este hombre, de edad indefinible (la precariedad ensombrece las huellas del desgaste físico en el rostro) se dejó matar apurando la última borrachera. No tenía voluntad, no tenía ganas de vivir. Sólo quería pasar al otro lado y lo hizo como sabía. Para eso, por desgracia, si tenía instinto. Muerte por ‘causas naturales’ es lo que figura en su certificado de defunción. Matarse no era la solución. Se lo dijeron también los voluntarios que le atendían.
    Martín (nombre tan real como esta historia) es firme candidato a convertirse en el muerto número 35. Durante el verano duerme en las calles, como otros muchos españoles e inmigrantes. En invierno, se refugia en la sala de espera del servicio de urgencias de un hospital o en los vestíbulos de los cajeros de los bancos. No prueba el alcohol, ni las drogas, pero la depresión es su compañera de viaje. Dejó de estar alegre hace unos días, perdió las ganas de vivir cuando sus familiares le rechazaron como a un apestado. ¿Cuánto tardará en caer?
Posdata.- Cuando empecé a escribir esta narración eran 34 los muertos, ahora son ya 36. Los podéis ver al final del blog, en donde explican las causas.

viernes, 7 de octubre de 2011

Estado de ánimo


   “Estoy aquí porque perdí el trabajo hace un par de años”, confiesa un paciente que asiste a un grupo de terapia en una unidad médica localizada en Cataluña. Está en tratamiento y no acaba de recuperarse. Y tardará bastante en hacerlo. Su mujer, que padece fibromialgia, acaba de ser despedida. El futuro no puede ser más desalentador. A continuación toma la palabra una mujer que, agobiada por las deudas, tuvo que cerrar su peluquería. “Ahora limpio pisos. Trabajo sí, pero me gustaba más ser peluquera. No me siento bien con lo que hago”. La mujer da rienda suelta a su estado emocional. Una vez que se ha desahogado está más tranquila. 
   Las enfermeras que escuchan a estos pacientes con depresión son conscientes de que no pueden arreglar el problema causante de la angustia, sólo ayudar a manejar las emociones o, si se presentan síntomas patológicos, tratarlos. A menudo, son casos en que sólo hablar ayuda. Los pacientes acuden como último recurso, cuando comprueban que la familia no entiende su problema. Las consultas psicológicas por motivos relacionados con la crisis han aumentado. (Los políticos miran para otro lado)

lunes, 3 de octubre de 2011

Niño malo/banco malo


Dedicado al Gobernador malo y a sus banqueros peor que malos
En España supervisa los bancos/cajas Miguel Ángel Fernández Ordoñez

   No dejo de preguntarme lo que debo de hacer cuando te sale un niño malo, de esos que no puedes controlar y que te deparan sorpresa tras sorpresa (estropicios incluso con efecto retroactivo: te llegan avisos del juzgado dos meses después, multas de tráfico porque te birló el coche sin carné, tres meses después…).
   Hay veces que estoy tentado de meterlo en un reformatorio, que para algunos padres es como poner tierra de por medio, vamos perderlo de vista. Por un lado pienso en plan sensato: “Adiós, niño malo, hay te pudras que no tienes enmienda”. Pero al final me digo: “mira es tu hijo, apechuga con todas las consecuencias. Quizá algún día de un cambio. Para bien, claro. Y si queda torcido, es tu hijo, que también cuenta”.
    No deben de pensar igual los responsables de las entidades financieras (banqueros y demás para entendernos). Su comportamiento es diametralmente opuesto al de un padre de familia responsable. En cuanto tienen un muerto en el armario (vamos un quebranto de tomo y lomo, auspiciado en gran parte por ellos: en cuanto la vaca no da más leche cortan por lo sano) lo tienen bien fácil: lo aparcan en el banco malo, inteligente concepto creado por los norteamericanos. Y lo hacen cuando ya in extremis: el muerto huele tanto que apesta.

   “Mira que son listos estos tíos (los banqueros) - dice mi mujer, muy cabreada- nos pasan los problemas (que en gran parte ellos han alimentado, mirando para otro lado, cuando no siendo fiduciarios de negocios insolventes) y nos tenemos que comer el marrón como una contribución más que pagar a la crisis. ¿Y qué hacemos nosotros con el niño malo? ¿Se lo enviamos por paquete-express a ellos (los banqueros)? Ganas me dan, no te digo. ¿Lo marginamos como un apestado, como hacen ellos con los productos tóxicos? Nos aguantamos, no queda otra”. Le doy la razón a mi mujer, en todo. No es para menos.
    Antes si tu hijo tenía, por ejemplo, sarampión dejabas que los demás se acercaran para que se contagiaran y no tuvieran que cogerlo con mayor virulencia. Era un proceso natural, lógico y de buen vecino. Ahora, en cambio, todo lo malo espanta y se esconde. Pero esta no es la solución. Una vez aparcado (o recluido en el reformatorio el niño malo/banco malo siguen dando problemas). Un día los padres descubren que les falta la cartilla de ahorros, (si es de la CAM ya importa menos), que les ha sustraído la cartera; en fin tropelías de niño malo (mal que bien asumidas). Otro día los banqueros reconocen que el pufo que tan alegremente han alimentado (financiado con nuestro dinero) se les ha ido de las manos.
    La pregunta me da una y mil vueltas: ¿en verdad es mi hijo irrecuperable? ¿Acabará convirtiéndose en un foco pernicioso si lo alejo de casa como un apestado? 
    Tomen buena nota, señores banqueros: no hay bancos malos (es un triste eufemismo) hay malos banqueros y nosotros pagamos las consecuencias. ¡No te jode¡
(El debate queda abierto: ¿enterramos los bidones tóxicos sin sellar en el jardín del vecino? Es otra manera de traspasar los marrones.) Lo del niño malo/banco malo no se queda aquí. Es para reflexionar sobre los VALORES (no de legionario) que entre todos nos hemos cargado: desde la ética a la falta de palabra.