domingo, 13 de febrero de 2011

Benedetti te debo este domingo

   La muerte y otras sorpresas podría ser mi libro de cabecera. Lo abro y me entra el aire taciturno de su mirada al tiempo que sus palabras parecen darme palmadas en la espalda. Le debo este domingo al uruguayo Mario Benedetti y a él se lo dedico. No merece menos.

   Hace casi dos años que se nos fue pero yo disfruto con este encuentro. Y más cuando me habla: "los lectores que siempre han respirado a todo pulmón y a todo bronquio, no pueden ni por asomo imaginar el resguardo tribal que proporciona la condición de asmático". Benedetti se defendía. La enfermedad que le acompañó toda su vida, daba cadencia y ritmo a su escritura. Domingo para el escritor de los párpados caídos.

Jóvenes en la noche

   Son esas horas en las que verdaderamente se sienten libres, dueños de su vida y del mundo. Se sueltan la melena y se sientan en las aceras a ver pasar la vida.

   Para ellos el tiempo pasa alegre, confiado, sin mirar el reloj. Lo consultan una y otra vez sus padres.  Algunos no pueden parar quietos en casa. Dan vueltas, ven la tele sin verla, apuran una conversación, derraman una copa y de nuevo se preguntan: ¿qué hará en este momento, mi hijo? Hasta que uno de los dos cae en la cuenta de que una vez también fueron jóvenes. Y arrasaban en las discotecas. También fueron jóvenes nocturnos.

   En la noche las ciudades de todo el mundo se pueblan de jóvenes. Van con la sonrisa distendida, los músculos flojos, con ganas de una cita. El cruce de miradas se multiplica de una a otra acera, también los gritos y los saludos son más elocuentes. En unas horas, con la amanecida, regresarán a casa. Se echarán en la cama. Y no se les verá hasta la hora de la comida. Somnolientos, huraños. Menos libres. Así es la vida.