viernes, 11 de marzo de 2011

Japón, muerte en directo

  
   El hombre empequeñece en la imagen de abajo. Pero los japoneses demuestran su carácter disciplinado. Caminan en línea recta y sin romper la fila, aunque el mundo se abriera bajo sus pies.

  
   Sorpresa, estupefacción, los ojos oblicuos abiertos como platos. Estos dos ejecutivos miran el mundo exterior protegidos tras el cristal, pero saben que a ellos también les puede tocar. La muerte no discrimina. Y el mundo se tambalea afuera, a estas horas (12 de marzo, 19:21).


   Se abrirán cielos y tierra y como dirían los profetas llegará el fin del mundo. Y ha llegado para una parte de Japón en donde las vidas se cuentan menos que las muertes. Al desastre natural se une ahora la 'explosión' del ingenio construido por el hombre (malditas centrales nucleares) cuya desvastación la padecerán generaciones futuras.

   En ese mar de fuego y desolación que retrata la NASA (imagen de arriba) continúa la búsqueda angustiosa de supervivientes. Rascacielos que se doblan como juncos azotados por un viento infernal, trasatlánticos que parecen barcos de papel en la bañera de un niño que revuelve con furia el agua, coches que se deslizan impelidos por la atracción de la desgracia. Y al fondo una central nuclear (explota, no explota). Uno se ve pequeño ante la inmediatez de la desgracia, escucha la radio e imagina. Hoy no es un día para leer periódicos y menos ver fotografías, apaga la televisión y respira. La guadaña de la muerte no descansa.

   Miles de vidas truncadas, nombres que se repetirán una y mil veces en la noche, un hasta luego que se quedó en un adiós definitivo. Apocalipsis, destrucción ¿qué hemos hecho para merecer esto? Algunos tendrán remordimientos, se sentirán culpables. Una desgracia infinitesimal. Las palabras curarán pero no ahora, sólo sollozos, lamentos, suicidios…y ausencia una AUSENCIA tan grande como el terremoto que deja grietas en el alma, hendiduras por las que se escapa el alma

   El sol rojo de la bandera de japón está de luto. La muerte que no discrimina se reparte entre clases altas, media y bajas. En playas, ciudades y montañas. La marejada está llegando a California. La prensa norteamericana cubre en vivo la llegada del oleaje a sus costas.

   El mundo tiembla ante la magnitud de la catástrofe. Otros países están en alerta ante el replique inmediato por la fallas abiertas. En América Latina están preparados ante lo peor. En Chile ya se ha producido el efecto contagio.

   Ecuador decretó el estado de excepción y llamó a la población a estar lista para una "amenaza inminente". Chile evacuó la Isla de Pascua en el Pacífico. Perú y Colombia monitorean las aguas. Llueve la desgracia entre los japoneses. Su economía en franca recuperación retrocede ante un desastre natural. Llueve muerte en todos los continentes. En unos son fenómenos de la naturaleza, en otros (Libia) la mano maligna del hombre. De nuevo el hambre y la miseria incendian varios puntos del planeta. Las olas del tsunami se alzan como gigantes y arrojan los cadáveres a las playas.
" y ya gime el mañana entre un montón de escombros alineados: televisión, anuncios, flash, periódicos..."
Blas de Otero un gran poeta