martes, 28 de junio de 2011

Hessel no es el camino


   Creo que la prensa que le está elevando a icono a Stéphane Hessel no cumple con su cometido de servicio. 

   "La llamada opinión pública es la suma de lo que se le ocurre a quienes, en esos minutos, pasan ocasionalmente por la esquina elegida, y conforman el mínimo universo de una encuesta que, sin embargo, saldrá a grandes titulares en los diarios..." , así la definió Ernesto Sabato en La Resistencia (Seix Barral, pag. 86). Y la suscribo. Antes del libro de Hessel mucha gente se movía en la calle, pero no encontraba como soltar la ira. En las acampadas del 15 M no he visto su libro en la mano como si fuera el libro rojo de Mao, ni tampoco el tan citado !Reacciona¡ A la gente el cuerpo le pide protestar y más la cabeza sin necesidad de oráculos. 
Flaco favor a Hessel, creo que le hacen los medios que, además de icono, pretenden convertirlo en una marca.

   Y pese a lo que aquí mantengo, a Hessel soy el primero en tributarle admiración. Mucho se ha contado de su pasado en la Resistencia contra el nazismo, pero pocos saben (o muchos ignoran) que en 1996, cuando la iglesia parisina de Saint Bernard fue ocupada por emigrantes "sin papeles", este venerable anciano fue el mediador ante las autoridades francesas. Es más, Hessel fue mediador dos años antes entre hutus y tutsis en Burundi. No hace falta recordar este genocidio. Sin hacer tanto ruido como los grandes medios de la capital, el 25 de enero de 2009 la periodista Miren Hualde entrevistó a Hessel en Bilbao al ser galardonado con el Premio Unesco.  Y ahí confesó: "otra de las cosas que me hace ser feliz es que adoro la poesía y mi memoria me permite aprender muchos poemas, y recitarlos por la noche, para mí mismo o para mis amigos. El verdadero Hessel es más cercano. Creo.