sábado, 20 de agosto de 2011

Caín, asesino (presunto) de Abel


   Siempre me he preguntado qué retraso tendría la historia de haber considerado a Caín, presunto asesino de Abel. Tal vez hoy todavía se estarían cotejando pruebas de su culpabilidad o inocencia. Y no digamos si se hubiera considerado a Abel víctima (presunta). Podía haberse caído y golpeado en la cabeza. Pero el asesino (presunto) dejó al parecer la quijada de burro al lado del muerto. Desde que se decidió aplicar el honorable principio de presunción de inocencia, verdugos y víctimas han perdido su esencia. Ambos quedan en tierra de nadie, levitando hasta que se produce el veredicto.
Lo que resulta llamativo es que se aplique la presunción de inocencia al policía al que una cámara graba golpeando a una chica que (presuntamente) pasaba por allí. Me duele, debo reconocerlo, que el gran depredador sea todavía considerado presunto inocente y que se refugie en esa presunción su defensa, mientras él se divierte en libertad condicional. Pero cuando aparezcan los vídeos (presuntos) de sus perversiones sexuales (presuntas)…otro gallo cantará. Pero más me duele comprobar que ahora se acaba de reconocer que los verdugos (presuntos) del Chile de Pinoche dejaron más de 40.000 víctimas, y aún más comprobar que los verdugos (presuntos) enrolados en el nazismo torturaron a millones de personas. Y luego se refugiaron en la presunción de inocencia.

“Si bien podemos encontrar antecedentes del principio de presunción de inocencia en el Derecho Romano, especialmente influido por el Cristianismo, este se vio invertido por las prácticas inquisitivas de la baja Edad Media. Así, es solo en la Edad Moderna que autores como Hobbes, Montesquieu y Beccaria, por nombrar algunos, reafirman este principio. De esta manera, Beccaria, en su obra capital De los Delitos y de las Penas establece que la presunción de inocencia es un principio necesario, manifestando que: “un hombre no puede ser llamado reo antes de la sentencia del juez, ni la sociedad puede quitarle la pública protección sino cuando esté decidido que ha violado los pactos bajo los que fue concedida”
Así se explica en

   Demasiadas víctimas esperan (las que viven) que los presuntos pierdan su inmunidad y paguen su impunidad. La justicia siempre llega tarde.