viernes, 14 de octubre de 2011

La antesala de la felicidad


   ¿Tiene el parado derecho a la felicidad? ¿Cómo se puede ser feliz cuando la vida te da la espalda? Resulta cuándo menos sospechoso, ¿verdad? La sola invocación de la existencia de la felicidad puede herir a aquellos que no la tienen. La satisfacción que exhiben los triunfadores, duele a los fracasados. Sin embargo, todos hemos experimentado como en horas bajas se agradece estar cerca de alguien que transmita alegría, optimismo, ganas de vivir.
   La alegría de vivir sorprende encontrarla en los suburbios africanos, en las favelas de Brasil, en los centenares de niños que recogen objetos usados entre las montañas de basura, pero la tenemos también en España. “El otro día conocí a un taxista de Cádiz tremendamente optimista. Allí tienen la tasa más alta de paro, pero son los más felices de España. Todos lo hemos pasado mal. Aunque no te lo creas, yo también he sufrido la crisis”, confiesa el actor Gabino Diego.
   El parado puede elegir entre ser activo y feliz o pasivo e infeliz. “Ser infeliz es fácil, lo difícil es tener la suficiente inteligencia y valor para ser feliz”, confiesa Pablo Motos, el popular presentador de ‘El hormiguero’. En España contamos más de cuatro millones de razones para ir en busca de la felicidad. Si estás en paro y te muestras positivo ayudarás a tu familia, en primer lugar; a tus amigos, después, y crearás un ambiente agradable a tu alrededor.
   Pero el ansia de ser feliz choca con muchos obstáculos que hay que superar. ¿Cómo desear feliz año a quien no va a tenerlo?, se interrogaba el escritor Marcos Giralt cuando un cáncer devoraba a su padre. “Mientras su mirada no se relaja, la mía se evade un instante al inclinarme hacia él, y a continuación choco mi copa con la suya, le deseo feliz año y le doy un beso tratando de sonreír…”. Ahí está la clave en la sonrisa y el buen ánimo que reconforta al que padece. El parado nunca debe renunciar al anhelo de ser feliz, ni perder la esperanza de regresar al ‘paraíso’ en la tierra.