lunes, 14 de noviembre de 2011

Culpables de su destino

   Desde que intuimos lo que es la vida nos hacemos con una sencilla valoración de lo + y de lo -. En esta doble imagen quedan reflejada nuestra conducta como seres humanos.
   La imagen de la izquierda representa el abandono, el rechazo, y hasta la repugnancia que muchos experimentan sin reconocerlo. La de la derecha representa la protección, la aceptación del ser  humano. Con esta inveterada costumbre de ir por el mundo con una vara de medir vamos juzgando comportamientos. Y no caemos en la cuenta de que la misma persona (como este niño de arriba) puede correr suertes bien distintas: convertirse en un ser famélico al borde de la extinción o en alguien saludable con un futuro por delante. La expresión de su rostro lo dice todo. A la izquierda se le ha negado toda esperanza e incrédulo nos condena. A la derecha se le ha ofrecido una oportunidad y se mostrará agradecido. Es la misma persona, no lo olvidemos.
   Hay están las dos formas de ver la vida que tenemos los humanos. El niño parece escandalizarse de nuestro comportamiento (los ojos nos denuncian hasta cuando dormimos) y el mismo niño expresa su curiosidad por la vida cuando tiene alimento.
15 Noviembre 2011. La culpabilidad asoma tardía cuando dejamos que la imagen de la izquierda (para muchos un niño desahuciado al que apenas prestar atención) nos golpea nuestra plácida existencia. Con los ojos agrandados por el hambre y la precariedad parece el representante del Mal, de todo aquello que nos escuece. El mismo niño respira curioso y tranquilo a la derecha. Llegará a ser alguien o al menos su vida será algo más que la tortura de su otro yo, desvastado ante la insensibilidad general.
17.00 horas. La imagen de la izquierda es el icono de todo lo que despreciamos: envejecimiento prematuro, precariedad, agonía en vida. La imagen de la derecha es el icono de todo lo que nos eleva: salud, éxito, bienestar. Ambas son manipulables y manipuladas cada día. Hay mil y un ejemplos. Este doble niño denuncia nuestra simplicidad ante los hechos más cuestionables de la vida. Hay que cambiar el chip. ¡Ahora!